jueves, 21 de diciembre de 2006

HISTORIAS DE PELICULA (III) :STONE ROSES


Ian brown , John Squire , Mani Mounfield y Alan Wren alias "Reni" formaban el mitico grupo de manchester que representaba la cima del sonido Madchester ,se trataba de cuatro músicos superdotados de talento, imaginativos como pocos y que, juntos, cristalizaban en una química extraordinaria como no se recordaba en el pop británico desde The Smiths .


Ahora situémonos en mayo de 1989, la fecha de edición de “Stone Roses” .En su portada (foto) se avista un enmarañado fondo psicodélico, el nombre del grupo con tipología pop, varias rodajas de limón (una de ellas en el corazón mismo del grupo, como queriéndolo impregnar de acidez) y en el lateral tres pinceladas con los colores de la bandera británica, el creador de esta portada como todas las de grupo fue John Squire posiblemente el componente más carismático y reverenciado de la banda.


“No tengo que vender mi alma / él ya está dentro de mí” . Con esta concisión y precisión, arranca “I wanna be Adored” , el primer corte del disco y uno de los más emblemáticos himnos sobre el sueño pop. Dos esqueléticos versos repitiéndose con malévola insistencia, apenas intercalados por el “yo quiero ser adorado” que lo titula. Los canta una voz que recorre toda la gama de colores de la paleta de los veintialgo - fragilidad, melancolía, mala hostia, misterio, narcisismo, vulnerabilidad y, cómo no, el “yo estoy aquí y este es mi momento”
Con un Reni glorioso invocando con brío a Moe Tucker, mientras la fina guitarra de John Squire traza un dibujo melódico, clásico ya de la música contemporánea y capítulo clave para millares de guitarristas en la década posterior. Estos cerca de cinco minutos dejan claro que este disco ha nacido para perturbar y conmover, para aprehender las esencias de una edad y sus contradictorios sentimientos, y dejar tras de sí la estela de clásico.

El altísimo nivel instrumental del cuarteto , no desdeña en ningún momento la inmediatez y la arrebatadora pegada pop. De ello el ejemplo más claro es “She bangs the drums”, otro clásico entre clásicos, fresco como una síntesis entre el mejor estandarte de la new wave y el molde melódico de los Byrds (influencia clave donde las haya en los Stone Roses) y con una de las letras más laureadas del grupo. Una canción que, en el colmo de la egolatría, habla arrogante de sí misma y contiene uno de esos aforismos ( “el pasado es tuyo, el futuro es mío / todos estais fuera de tiempo”) constantemente garabateados en carpetas estudiantiles .


No cabe duda que en imagen y actitud el precedente más claro de los Stone Roses haya que buscarlo en los Rolling Stone ,pero en 1989 los Stone Roses eran no cabe duda el presente mientras que los Rolling Stone estaban de capa caida Tanto que, incluso los Rolling Stone para su enésima vuelta a los escenarios en la época de “Steel Wheels” reclamaron la presencia del combo de
Squire & cía a modo de teloneros. La negativa fue inmediata por parte del grupo: “ellos deberían telonearnos a nosotros, no vamos a calentar el ambiente para una banda de carcamales” .


Otro referente de la banda eran los Beatles y la siguiente canción del disco “Waterfall” es una más que fidedigna prueba de ello orque en el tramo final de “Waterfall” irrumpe la brocha psicodélica y el groove de los Stone Roses en todo su esplendor en su canción nos hablan de “colores aún por inventar” , en la primera invocación hendrixiana rotunda de su trayecto y en una de las facetas más admiradas del grupo, esa de la explosión rítmica de psicodelia y funky colorista de la que tanto ha mamado el pop británico subsiguiente. Decía John Squire en una ocasión que cuando la escucharon ya grabada, fue el momento en el que se dieron cuenta de que los Stone Roses no tenían límites.

Las dos canciones que vienen continuación suponen un profundo giro temático. En primer lugar “Bye, bye bad man”, la encargada de cerrar la primera cara del disco.
John Squire baña su estribillo con unos suaves bucles de guitarra que recrean el country-pop circa Byrds y se funden con versos como “Tengo la intención de derribarte / esa piedra que yo lanzo/ oh aquellos besos franceses / son la única manera que he encontrado” que juegan con las románticas imágenes de la revolución del 68 francés.

“Elisabeth my dear” , un tema que en lo musical se sirve hábilmente de la melodía folk del clásico “Scarborough Fair“ que, siguiendo la tradicional línea del pop inglés antimonárquico, sirve de marco para una nada velada puñalada a la realeza donde líneas como “no descansaré hasta que ella pierda su trono /mi propósito es verdadero, mi mensaje está claro /es el final para ti, mi querida Elisabeth”



Estamos ya metidos de lleno en la segunda cara del disco. Precedida por "Song for my sugar spun sister" , otra preciosa pieza de pop pulcramente adornado llena imágenes psicodélicas ( “Hasta que el cielo se vuelva verde / y la hierba tenga varios todos de azul / cada miembro del Parlamento viaja en pegamento” bueno llega “Made of Stone” , a mi juiciode mucha gente la mejor canción de los Stone Roses y el paradigma de lo que uno entiende pop británico de guitarras.

De nuevo, el despecho, los reproches y el “quien ríe el último ríe mejor” con ciertos tintes de working class ( “el dichoso dinero muere, me encanta el panorama”, dice el amante despechado) auspiciando un tema magistral, un canon de sublimidad pop poseedor uno de esos estribillos para cantar a voz en grito hasta quedarse afónico. Pulsen pause y, si disponen de la versión en cd, vayan al minuto 3:05 ya que existe un momento en ella -justo tras el solo de guitarra, cuando ésta planea y muta en una nube de ruido blanco- donde el grupo se eleva a esa suerte de región de las ideas del pop donde apenas unos pocos han logrado llegar, para que Ian Brown entone eso de “Sometimes I fantasize / when the streets are cold and lonely / and the cars they burn bellow me....” .Un intervalo de apenas unos segundos, donde el oyente puede sentir como la emoción recorre el cuerpo de abajo hacia arriba, hasta salir expulsada a chorro elevándose en una muestra de conmovedora belleza que ofrece por sí sola todas las respuestas para aquel que algún día pregunta ¿pero qué es lo que le veis a este grupo?.



Llega “Shoot you down” , Se trata, junto a “Elizabeth my dear”, de la pieza más desnuda y tersa del disco y un auténtico manjar de caricias pop para el oído, llena de sutiles cintas y pausas con un tramo final de puro éxtasis melódico, para un nuevo ajuste de cuentas sentimental (“El momento ha llegado / para matarte a tiros / qué sonido cuando el día se acaba / y todo se resuelve” ).

Le sigue “This is the one” , una de las composiciones más extrañas e insólitas del disco. Sin filiación posible, cincelada con precisión en el estudio se convierte en un espectacular y barroco monumento de épica pop directa a la yugular ( “quémame o llévame a tu casa”) sin parangón en cuyo tramo final, mientras la voces se superponen y crean un manto etéreo, irrumpe la mítica batería que abre “ I´m the resurection” , quizá junto a “I wanna be adored” , la canción más emblemática del grupo.


"I ´m the resurection” podría ser considerado como el tema cumbre de la b.s.o. de la película de toda una generación , así como uno de los patrones en el que se vienen mirando multitud de músicos durante los últimos 15 años. “Soy la resurección y soy la vida “ dicen en ella. Y la vida empieza por dejar esa relación vampirizante que no deja vivir ( “ Eres un bebé de nadie, arrojado en algún lugar / que tendría mejor aspecto muerto / Tu lengua es muy larga/ no me gusta la manera en que chupa y sorbe cada una de mis palabras” ) para estallar como un fuego artificial que dibuja en el cielo la silueta luminosa de una juventud devorada con la mandíbula desencajada y las pupilas dilatadas. Ocho pirotécnicos, colosales e impresionantes minutos y pico estructurados en tres fases, en las que el grupo brilla a niveles mayestáticos y John Squire se destapa definitivamente como el más genial guitarrista de su quinta. La ejemplar línea de bajo de Mani Mountfield es ya una parte de entender la música de los últimos 20 años, recurso infalible para miles de djs de pop, así como hurto continuo para alguno de los más mediocres y menos imaginativos grupos del mundo; Reni convertido en un pulpo a la batería brilla de tal manera que la comparación con Keith Moon es la única que le podría llegar a hacer justicia; John Squire explota todos los registros del grupo (de la guitarra cristalina a la catarsis de psicodelia infecta) en una poliédrica e inagotable exhibición de clase y elegancia; por último, Ian Brown enlazando versos como “No gastes tus palabras/ no necesito nada de ti, no quiero saber donde has estado/ ni lo que vas a hacer” con todo el desaire del desamor absoluto. Todo ello da lugar a una pieza de vitalismo imposible, una apoteosis de la vida y de las ganas de vivir cuando no se piensa más que en ese momento que se puede escapar si no lo exprimes en toda su intensidad, que cierra uno de los mejores trabajos de la historia del pop.

“uno de los mejores discos de la historia”
Existe un tópico bastante manoseado que habla de los exorbitantes poderes ensalzadores de la prensa british cada vez que un nuevo vástago alumbra un buen single: del hype al super-hype y de ahí al olvido. Como todos los tópicos tiene mucho de verdad, pero en el caso de los Stone Roses no se termina de cumplir del todo, pese a la equivocada y distorsionada idea que transmitió aquí la prensa musical en su momento. Hoy, gracias a esa bendita fuente de archivismo que es internet, podemos toparnos con muchos de las apariciones en prensa del grupo en todas sus épocas y constatar que la visión en aquel momento se ofreció, pese a no existir críticas que los desacreditaran completamente, no fue tan unánime ni tan exageradamente positiva como algunos dicen o dijeron. En la web http://www.stoneroses.net/hay un valiosísimo archivo de críticas, entrevistas y artículos en orden cronológico en las que nos podemos topar con las lecturas que las principales cabeceras británicas hicieron del disco nada más ser editado. Miremos, de manera sucinta, caso por caso cómo fue la acogida una vez editado “THE STONE ROSES”.
En la influyente New Musical Express (pese a que unos meses antes un extasiado Andrew Collins escribía su emocionada y famosa crónica de uno de sus conciertos en el Hacienda, al modo una carta a sus nietos en la que les decía que era el mejor concierto que había visto en su vida), la tibia crítica del disco a cargo de Jack Barron insiste en el carácter retro de la banda y se queda en un 7 sobre 10. Q, por su parte (citando ¡una monótona producción!) le concedió un 3/5 y Sounds, con bastante más entusiasmo, otorgaría un 4/5, erigiéndolos como el estandarte de la ciudad de Manchester y constatando con este disco que el pop de guitarras sabe reinventarse por si mismo.
Solo Melody Marker, con una fanática reseña de Bob Stanley (sí, el miembro de Saint Etienne y uno de los grandes especialistas en los Stone Roses), captó desde la posición de fan lo que supuso ese disco para una generación en tiempo real .Me permito reproducir un extracto: “Esto es simplemente el mejor disco de debut que he escuchado en vida como comprador de discos. Olvida al resto. Olvídate de trabajar mañana. Olvida las conversaciones de fútbol. Déjalo todo y escucha “Stone Roses”. Una vez. Dos veces. Luego sabrás a qué viene todo este alboroto que estoy haciendo. Lo comprenderás todo. Este es el único. Éste es el único. Éste es el único” . Tengan en cuenta que ese “éste es el único” no es otra cosa que “This is the one”, uno de los temas del disco en cuyo estribillo se repite el título con malsana insistencia y que en ocasiones a modo de grito de guerra iniciaba grabado sus actuaciones mientras el grupo entraba en el escenario.
Pero todo eso se queda en nada al lado de la extensión que el fenómeno Stone Rosesalcanzaría en los años siguientes hasta día de hoy, donde pocos habrá, creo, que los miren aún por encima del hombro. Para evaluar la importancia de este trabajo y, por ende, la etapa comprendida entre el 87 y el 91, no hay que ver más que el poderoso influjo que ha tenido (y tiene) la forma de concebir el pop de los Stone Roses en la década pasada .
Sus efluvios musicales son una de las piedras angulares en las que se ha venido moviendo ciertos sonidos británicos desde su irrupción hasta hoy. Todo ello sin citar el impacto en cuanto a actitud que han tenido en esa arrogancia british que Oasis llevaron al esperpento o su milimetrada imagen, espejo de tantos y tantos figurines de la pasarela pop europea (¿alguien se imagina las fotografías de Blur sin que existieran los Stone Roses antes?). Por otro lado, creo no exagerar si digo que la coletilla “los nuevos Stone Roses” solo ha sido superada en tinta impresa por la de “los nuevos Smiths”.
Y mientras sus miembros continúan por diversos proyectos en solitario como la saga de Ian Brown o John Squire que esta al frente del grupo llamadoThe Seahorses , Mani manteniendo su leyenda en Primal Scream.


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